Apenas conocí a Pancho Galán “El gaiteru Llonín”. Únicamente coincidí con él en dos ocasiones, pero recuerdo perfectamente ambas. La primera de ellas fue en Panes, en el verano de 1988. Yo tenía 11 años y llevaba año y poco tocando la gaita.
Estaba comprando con mi güela Casimira en la antigua carnicería de Panes (Peñamellera Baja) y entró él por la puerta;
– ¡Hombre! Casimira ¿tas por aquí?
– Hola Pancho ¿qué tal andas?
– Bien, bien ¿y esti críu que traes?
– Esti críu es el nietu y toca la gaita como tú.
– ¡No fastidies! ¡Qué bien, hombre! Pues ya sabes monín, hay que entrenar muchu ¿eh?
Yo asentí con la cabeza sin mediar palabra.
Años más tarde vi a Pancho de nuevo, esta vez tocando en un festival de tonada de esos que se celebraban todos los años en el colegio de las monjas de Panes. Se veía un señor ya mayor, tocando de una manera bastante diferente a como yo lo hacía, pero me llamó especialmente la atención la buena planta que tenía y la alegría que transmitía tocando.
Pancho no era un músico profesional, pero desarrollaba una labor que yo definiría como la de un trabajador social de la época; más o menos como el médico, la guardia civil o el maestro. Los asturianos sufrieron mucho en los años 40, 50 y 60 del pasado siglo. La gente pasó hambre, frio y en general muchas necesidades. Eran pocos los momentos buenos que aquella gente pasaba a lo largo del año, pero en esos donde la gente sonreía, disfrutaba y se olvidaba del “rugir de las tripas”, casi siempre estaba presente Pancho.
Era un hombre muy social, nunca le faltaba una palabra de ánimo para aquel que la necesitaba, y casi siempre estaba de buen humor. Disfrutaba mucho tocando y jamás tenía prisa para marchar de la romería, Pancho siempre tenía una canción para aquel al que todavía le quedaran ganas de bailar.
Así pasó gran parte de la vida, sin darse mucha importancia por la buena labor que hacía, porque tocar la gaita para él, siempre fue su mayor pasión.
En el año 2010 hablé por teléfono por primera vez con su hijo Paco. Estaba preparando un disco junto a mi compañero Manuel Durán y me apetecía incluir alguna canción del gaiteru de Llonín.
Le comenté si tenía alguna grabación de su padre y me envió una carpeta con decenas de canciones que tenía grabadas en diferentes actuaciones. Me sorprendió que tuviera tantas canciones guardadas, no es lo habitual en las familias. Paco conocía de primera mano la gran mayoría de las vivencias del gaiteru, no solo por ser el hijo, sino porque durante muchos años tocó de “pareya” con él, era el tamboriteru.
Mantuve varias conversaciones con Paco por teléfono, hasta que decidí ir a verlo en persona, puesto que tenía interés en conocer la historia de Pancho Galán. En mi cabeza ya rondaba la idea de grabar un futuro disco con sus canciones, cuestión que tuve muy clara cuando encontré toda la predisposición y ayuda posible en la familia de Pancho.
El disco comenzó a fraguarse en el año 2013, una vez que tuve claro parte del repertorio a grabar. Para la grabación de este, me apetecía contar con algunas colaboraciones, especialmente con algún discípulo de Pancho y también con algún gaiteru vinculado a la zona geográfica. Finalmente conseguí rodearme de varios amigos de los valles Alto y Bajo de Peñamellera, concejos donde Pancho desarrolló su labor como gaiteru fundamentalmente.
Pancho tenía un repertorio muy amplio, con decenas de piezas, para el baile “a lo sueltu” y “a lo agarráu”, para la misa, la procesión y también cantares populares. Como casi todos los gaiteros clásicos, dominaba perfectamente el arte del acompañamiento de la tonada.
La tarea de selección de las canciones que aparecen en el disco no fue fácil, puesto que Paco me nutrió de decenas de videos donde su padre tocaba, además de grabaciones de diferentes trabajos de campo que nos cedieron el Muséu de la Gaita de Asturias, el etnógrafo Gausón Fernande, el gaiteru Iván Rionda y el coleccionista Javier “de Arroes”.
Como casi tolos gaiteros del siglo pasado, Pancho fue autodidacta y aprendió a base de repetir una y mil veces melodías que le rondaban la cabeza, unas que sintió cantar a los familiares más cercanos y otras que sintió a gaiteros más viejos que él, fuentes de las que Pancho bebió en su aprendizaje de gaiteru… y trabajo le costó. En aquellos tiempos había que ingeniárselas muy bien para copiar alguna canción a los gaiteros de la época, puesto que la gran mayoría de ellos, eran muy celosos de su sabiduría musical.
Con el único soporte audiovisual que contaban era sus propios sentidos, los cuales debían tener bien agudizados, para una vez que regresaban a casa coger el instrumento y pasar a “limpio” lo escuchado al maestro. Pancho aprendió canciones de Manolo Rivas, de Candolías y también de Llanín, gaiteru de La Borbolla.
Una vez seleccionado el repertorio a grabar, quise ser meticuloso en la interpretación de las canciones que grabamos, ornamentando, floreando y fraseando “más o menos” como él lo hacía: sin mucho virtuosismo, sin adornase en exceso y tratando, cada uno de los que grabamos una canción en el disco, de ser Pancho por unos minutos. Finalmente, en el año 2015 se publicó el disco, lo que supuso además de una grabación muy interesante musicalmente hablando, un merecidísimo homenaje para Pancho Galán.
Presentación del disco: Ecos de Peñamellera
El 20 de agosto de 2015, se presentó el disco al público en un concierto celebrado en la Iglesia San Pedro de Plecín, en la capital de Peñamellera Alta, Alles.
Para la presentación contamos con la mayoría de los músicos que participaron en el disco. Fue una tarde cargada de emociones y reencuentros, puesto que fueron muchos los amigos, familiares y vecinos del valle los que abarrotaron la iglesia y quisieron, en cierto modo, rendirle homenaje a Pancho Galán.
No pudo acompañarnos ese día María Sánchez “La Pastorina del Cares”, la cual desgraciadamente falleció pocos meses después con tan solo 41 años. Una persona entrañable a la que siempre recordaré con mucho cariño.
Este disco y su presentación fueron el germen del proyecto musical que poco tiempo después desarrollamos; Gaiteros en el Límite.