Memorial Diógenes García

El sábado 23 de octubre de 2021 recibo la llamada de Carlos García, hijo de Diógenes y Pilar.

En esa fecha estaban a punto de cumplirse los 10 años desde que su padre había tenido que abandonar su labor como artesano por una grave enfermedad. Diógenes falleció el 11 de febrero de 2020, a los 82 años y Carlos me cuenta que el taller de gaitas se encuentra tal y como él lo dejó el último día que pudo trabajar. Carlos está un poco desesperado puesto que no sabe qué hacer con todo lo que allí tiene.

Conocí a Diógenes y a Pilar a finales de los años 90. Durante muchos años compartimos vivencias en la Banda de Gaitas Naranco y también en su taller de gaitas, donde pasé cientos de horas junto a ellos.

Siempre sentí una especial admiración por ambos, fueron como una segunda familia para mí en el mundo de la gaita. Este afecto sé que fue mutuo, siempre me trataron como uno más de la familia y tuve la suerte de recibir muy buenos consejos por parte de los dos, además de su apoyo y cariño en los momentos de dificultad.

La noche que recibí la llamada de Carlos, apenas pude “pegar ojo”, puesto que tenía un hormigueo en el cuerpo que no me dejaba conciliar el sueño. Me imaginaba entrar de nuevo en el taller, y de algún modo viajar al pasado. Pasé muy buenos momentos allí: probando gaitas, empayuelando, escuchando música y charlando con ellos. Diógenes era una persona muy tranquila, reflexiva e inteligente, siempre que iba al taller aprendía algo nuevo que podía aplicar en mi vida personal o profesional.

Unos días después de esa llamada por teléfono, visité el taller acompañado de Carlos.

Al cruzar la puerta de entrada del taller, comencé a tener una mezcla de sensaciones: expectación, nostalgia, tristeza, pero a la par alegría…. Todo estaba tal y como lo recordaba. Cada herramienta en su sitio, su gaita personal en el cuarto de pruebas, el taller de costura ordenado, el olor a madera…por unos instantes imaginé estar en una de aquellas mañanas en las que me pasaba por allí para recoger algún pedido y finalmente me tiraba 3 horas probando algún punteru nuevo de los que había terminado el día anterior.

En un primer momento decidimos organizar todo para valorar el material que allí había, puesto que Carlos quería ponerlo a la venta y desalojar el piso.

Dedicamos 2 semanas completas, durante las mañanas, hasta inventariarlo todo. Me sentía como un niño pequeño con su juguete nuevo, puesto que pude ver y tocar todo: planos, herramientas, punteros desechados, utensilios e inventos para sus pruebas…etc. A pesar de que tenía confianza con Diógenes, en su momento, no me atreví a preguntar cosas del taller que me intrigaban sobre aspectos relacionados con la construcción o el sonido. En esos días descubrí un mundo nuevo e increíble, ya que Diógenes había conservado prácticamente, todo lo que fue utilizando en los desarrollos de los diferentes procesos que realizó. Le gustaba mucho hacer instrumentos, pero su pasión era la investigación y desarrollo de nuevos prototipos.

Con el paso de los días me fui dando cuenta del patrimonio que tenía delante y lo bonito que sería que el público en general pudiera conocerlo. En ese momento no tenía claro cómo, pero si la certeza de que en ningún caso podíamos deshacernos de todo lo que allí había. Hablé con alguna persona del mundillo para que pasara a ver el taller y de paso comentarle mi idea: Todo esto debe de conservarse en una exposición permanente o en un museo les explicaba yo.

Aunque Carlos sabía de la relevancia de su padre como constructor de gaitas y conocía el taller muy bien, puesto que durante años le ayudó en el proceso de construcción de flautas y válvulas, creo que no era del todo consciente del valor patrimonial que tenía en ese taller. A casi todos nos pasa que en ocasiones damos menos valor de lo que tiene, a aquello que tenemos diariamente delante de nuestros ojos.

Le expliqué a Carlos la idea que rondaba en mi cabeza, y aunque al principio creo que le pareció una locura, poco a poco lo fui convenciendo de que el valor cultural del taller estaba muy por encima del material. Una vez que ambos teníamos claro que lo correcto era buscar el apoyo de una institución para que nos ayudara en nuestra iniciativa, decidimos tratar de contactar con la concejalía de cultura del Ayuntamiento de Oviedo, al fin y al cabo, la vinculación de Diógenes y Pili con la ciudad era mucha. Si bien la contestación del concejal fue de buenas intenciones, la concreción en hechos no tenía una fecha cercana, así que decidimos coger otro camino.

Pili había nacido en Grao y Diógenes en el Concejo de Las Regueras, pero siempre mantuvo un vínculo muy grande con la Villa, es más, sus restos descansan en el cementerio de Grao, así que dirigimos nuestros pasos hacía la concejalía de cultura de la villa moscona. Contacté con Xosé Antón “Ambás”, amigo, vecino del concejo y persona muy implicada en todas las actividades culturales que el ayuntamiento acomete. Visitó el taller y nos transmitió con su buena energía todo el ánimo y apoyo que necesitábamos.

A los pocos días visitó de nuevo el taller acompañado por el director de la Casa de Cultura, Gustavo Adolfo Fernández, una persona entrañable quién nos abrió las puertas de la institución que representa para todo lo que necesitáramos. La felicidad por nuestra parte fue enorme, como no podía ser menos, y con un buen apretón de manos sellamos el acuerdo; el taller de Diógenes y Pilar ya no quedaría en el olvido, a partir de este momento pasaría a ser patrimonio de todos.  

El Ayuntamiento de Grao decidió dedicar las II Xornadas Etnográficas de Grau, a la figura de Diógenes García, con una exposición temporal además de charlas, conciertos y un concurso de gaiteros/as durante los meses de octubre y noviembre de 2022.

Diógenes García González (Puerma 1937- Oviedo 2020), fue un excepcional constructor de gaitas que desarrolló su labor como artesano, desde finales de los años 80 del siglo pasado hasta el año 2012. Durante más de 25 años trabajó incansablemente en su modesto taller, situado en el barrio de la Tenderina (Oviedo).

(Este fue el titular que utilizó el periódico La Nueva España al día siguiente de su fallecimiento).

Además de su actividad como constructor de instrumentos, Diógenes, custodió durante más de 40 años en su propia casa, la obra de su tío José Manuel González y Fernández-Vallés: filósofo, arqueólogo, espeleólogo y escritor español, nacido en las Regueras y considerado como el padre de la arqueología moderna en Asturias; 

Dicho patrimonio inmaterial fue entregado en el año 2022 al Museo Arqueológico de Asturias, el cuál inaugurará una exposición con los cientos de muestras y estudios recogidos por José Manuel en los más de 300 castros descubiertos por él, durante 30 años de investigación.

Centrándonos en su labor como constructor de gaitas, Diógenes, es sin duda una de las referencias más destacadas en el gremio de artesanos de la gaita en Asturias de los últimos 50 años. A pesar de ser autodidacta en la construcción de instrumentos, poseía una formación sobresaliente en el manejo de herramientas y maquinaria industrial, esto, sumado a su enorme talento y capacidad de trabajo, lo convirtieron en una figura destacada en el mundo de la cultura asturiana.

Lo que comenzó como un deseo de su eterna compañera, su esposa Pilar, la cual le pidió como regalo una gaita para decorar la pared de su salón, poco a poco acabó convirtiéndose en su pasión. En un primer momento asistió a clases de gaita, después pasaría a formar parte de la Banda de Gaitas Naranco y con el tiempo, pasaría a convertirse en uno de los artesanos más cotizados de Asturias.

Su enorme personalidad marcó claramente su labor como constructor, consiguiendo impregnar a sus gaitas, de un sello personal e inconfundible, reconocido por todos los gaiteros asturianos.  

Algunos de los gaiteros más relevantes de Asturias como Xuacu Amieva o los hermanos Tejedor utilizan sus gaitas desde hace años, tanto en la grabación de sus discos como en los directos.

Además de su labor como artesano, destacó en su labor como restaurador de gaitas antiguas y sobre todo como investigador y desarrollador de nuevos elementos para la gaita:

  • La válvula para el control del paso del aire al roncón, la flauta con digitación de gaita, el blindaje del asiento del soplete, el sistema de protección del interior del soplete o la rosca para la modificación del tono del punteru son algunos de estos proyectos que Diógenes desarrolló y que la gran mayoría de artesanos de Asturias fueron incorporando en la construcción de sus instrumentos.

Sus gaitas, flautas, baquetas, válvulas, payuelas… llegaron a cientos de hogares asturianos y también de Europa y Sudamérica, donde Diógenes hizo llegar a través de los centros y Casas de Asturias sus construcciones.

Desde el primer día estuvo acompañado en su labor, por su esposa Pilar, quién elaboró los vestidos para las gaitas, la fundas para las baquetas, flautas y panderetas. “Pili” además de su fiel compañera, era una excelente anfitriona, siempre al lado de Diógenes, ayudándole en todas las labores del taller.

Este es el programa que se elaboró para las jornadas. La exposición estuvo abierta durante mes y medio y fue visitada por cientos de personas durante las semanas que estuvo abierta al público. Recibimos a niños de los colegios de Grao, y a través de charlas didácticas los acercamos a la figura de Diógenes y Pilar, y por ende a su pasión por la música asturiana.

El día de la inauguración, el sábado 22 de octubre, contamos con la presencia del maestro Xuacu Amieva, una de las personas que más influyeron en la vida de Diógenes. Su maestro de gaita y la persona que más le ayudó en su crecimiento como constructor de instrumentos. El acto se inauguró con una breve actuación de la Banda Gaites Naranco y a continuación una exposición impartida por el que escribe estas líneas en un abarrotado salón de actos, acercó la figura del homenajeado a todos los presentes. A este fin de semana siguieron 4 más en los que llevamos a cabo visitas guiadas de la exposición, ponencias y conciertos.

Las jornadas finalizaron el domingo 13 de noviembre con un Concurso de gaiteros/as solistas celebrado en la Capilla de los Dolores.

Dicho concurso se desarrolló en 2 categorías: infantil y adulto.

El resultado final fue el siguiente;

ADULTOS

  1. Pelayo Suárez
  2. Paúla Gutiérrez
  3. María González

INFANTILES

  1. Celia Valle
  2. Nel Cortizo
  3. Pablo del Cuadro
  4. Hugo Fernández

El ganador de la categoría adulto se llevó como parte del premio uno de los punteros que Diógenes había dejado hecho en el taller, que los hijos del artesano, Carlos y Jorge entregaron en persona.

A la finalización de las jornadas, los 2 hijos de Diógenes y Pilar firmaron un compromiso con el ayuntamiento de Grao para la cesión de todo el patrimonio que se conserva del taller, el cual irá a parar a una exposición permanente que se instalará en la sede del Museo Etnográfico de Grao, Palacio Fontela.