Ya llegan los gaiteros - Ricardo Soberado

Grabé este disco en el año 2011 junto a mi compañero y amigo Manuel Durán. En el mismo también participó Juan Carlos Valera, gaiteru de estilo tradicional, discípulo del afamado gaitero Pepe Blanco. Es un disco donde tratamos de poner en valor la función desarrollada por las “pareyas de gaita y tambor” cuando eran una parte fundamental de las romerías en Asturias.

En la sociedad tradicional, la romería que se celebraba en honor del santo patrono constituía el evento festivo de más importancia. Era una fiesta religiosa entremezclada con elementos profanos y en ella intervenían todos los recursos humanos y económicos de la comunidad que, en esta fecha señalada, convocaba a sus vecinos al amanecer, engalanaba sus calles con banderines e iluminaciones, presentaba a su santo protector ofrendas de pan, manteca o cera, se vestía con sus mejores ropas para acudir a la misa y a la procesión, organizaba banquetes familiares y se divertía hasta bien entrada la noche. En todos esos momentos, la música jugaba un papel primordial y era un elemento de prestigio, sin el cual el éxito de la fiesta se habría visto seriamente comprometido.

A través de los siglos, las festividades asturianas adquirieron una fisonomía particular que se manifestaba en la pervivencia de antiguos ritos como la danza en torno a la foguera o a la ermita, la ofrenda de los ramos y la h.oguera que plantaban los mozos. Sobre este sustrato, tiempos y modas fueron trayendo nuevos elementos festivos que ocuparon su lugar en las preferencias de la gente. Unos se afianzaron y otros desaparecieron. Las romerías a las que asistimos en nuestro tiempo son el resultado de esa permanencia y esos cambios.

La pareja instrumental formada por la gaita y el tambor es un buen ejemplo de la dinámica de la tradición y la renovación. Ha formado parte inseparable de nuestras celebraciones comunitarias, llegando a convertirse en testimonio vivo del pasado y en símbolo identitario. Pero, lejos de anquilosarse en unas formas arcaicas y obsoletas, también ha asimilado las sucesivas tendencias estéticas y ha ido incorporando a su repertorio géneros y melodías que en su día fueron novedosos y que hoy se consideran patrimonio de los asturianos. Así, los gaiteros depositarios de los bailes a lo suelto, de tradición dieciochesca, no renunciaron a aprender los agarraos que llegaron en el siglo XIX y las canciones de moda del XX que escuchaban en el gramófono y en la radio. Un buen gaitero debía conocer todos estos estilos si quería cumplir su función en la fiesta; en definitiva, tenía la obligación de renovarse permanentemente.

Este disco es un tributo a los gaiteros y tamboriteros que han mantenido viva y al día la tradición musical de Asturias, formada capa a capa durante siglos. En este sentido, uno de sus objetivos es rescatar estilos hoy poco conocidos y algunos toques que han caído en desuso, como los redobles para anunciar el inicio de la misa y la salida de la procesión o la difícil Marcha del tren, pieza de lucimiento para los tamboriteros de la que nos dejaron excelentes muestras Serafín Álvarez Pidal, el Tambor de Quintes, y José Blanco Alonso, Pepe La Luz, sobre las cuales Manuel Durán ha compuesto el arreglo que aquí se presenta, combinado con algunos toques de creación propia.

La selección musical que integra este disco refleja, además, el trabajo de los gaiteros a lo largo de una fiesta patronal, desde la alborada hasta los bailes de la tarde y la noche. Esta era la forma más práctica y eficaz de ordenar un repertorio variado, cuya comprensión quizá habría resultado difícil dejando a un lado su funcionalidad. Cada pieza elegida responde, por tanto, a una tarea específica de los gaiteros dentro del conglomerado festivo: todas ellas están representadas y, vistas en su conjunto, nos pueden dar una idea veraz del complejo paisaje sonoro de nuestras fiestas populares.